31 enero 2010

Rabanillas


A media tarde apareció un grupo de forasteros que estaban de viaje. Se sentaron a la orilla del Río de los Dragones a comerse unas tortitas finas como papel y a mascar unos rábanos.


Grandes pechos amplias caderas
Mo Yan


(Rabanillas. Consuelo Gamboa)

29 enero 2010

Almejas de carril en salsa verde

Tras nuestro fabuloso tributo a los productos del monte, nuestro segundo encuentro decidimos dedicárselo a los frutos de la mar localmente tan cercanos. Precisamente por vivir cerca del puerto de Caleta elegí unas almejas de carril procedentes del mismo como ingrediente principal de mi plato, ya que proporcionan a la salsa un toque inigualable.
Para empezar se limpian bien las almejas y se dejan en agua con sal gorda para que expulsen la arena que pudieran tener.
En una sartén se echa aceite y antes de que esté muy caliente se pone una cebolla mediana cortada en trozos pequeños a fuego suave hasta que está trasparente, mientras en un mortero ponemos unos tres dientes de ajo, sal y perejil, todo muy bien machacado, añadiendo agua.

Cuando la cebolla está transparente se agregan dos cucharadas de harina, quemándose bien la harina añadiéndose después el contenido del mortero y dejando que cueza de cinco a diez minutos dando vueltas de vez en cuando.

Justo cuando se vayan a consumir se echan las almejas en la salsa verde y en cuanto se abran se retiran del fuego estando listas para degustarlas.


27 enero 2010

El mejor café del mundo


-Dijo que un gobernante debe aprender a persuadir y no a obligar. Dijo que debe ofrecer el hogar más confortable y el mejor café del mundo para atraer a los mejores hombres.

Dune
Frank Herbert

(Café latte. Lisa Audit)



26 enero 2010

Vol-au-vent avec des chanpignons


Queridos internautas (que diría Betty la Fea) ya es hora, puesto que vamos a celebrar nuestro quinto aniversario, que escriba las recetas de nuestros encuentros culinarios, encuentros que han jalonado estos cinco años con exquisitas degustaciones culinarias, regadas con excelentes vinos y que han tenido por colofón sugerentes sobremesas, incluso, algunas picantes. Pero como dice el refrán más vale tarde que nunca.

Como soy tan metódica y cuadriculada seguiré el orden cronológico de nuestros encuentros, por lo que me toca empezar con una receta de origen francés, fácil de realizar y de presentar.

En primer lugar hay que elegir el "vol-au-vent", los vol-au-vent del Eroski salen bastante buenos, además hay varios tamaños para elegir. Una vez escogido el continente realizamos el contenido.
Empiezo por limpiar bien los champiñones , quitándoles, una vez bien limpios con agua, la primera capa que les recubre. Tras su limpieza los corto en láminas finas. En una sartén pongo a freir a fuego lento unos ajitos cortados en cuadraditos muy pequeños, cuando empiezan a dorarse agrego los champiñones en láminas para que se rehoguen y se salan.

Una vez rehogados los champiñones se apartan y hacemos la besamel.

En una sarten ponemos mantequilla, cuando está derretida añadimos cebolla muy picadita . Cuando la cebolla está trasparente se añaden dos o tres cucharadas de harina y se quema bien dando vueltas. Tras conseguir una masa añadimos lentamente la leche intentando evitar los grumos para lo cual removemos continuamente con una cuchara de madera y salando adecuadamente.
Cuando la besamel está lista añadimos los champiñones bien escurridos y dejamos que cuezan dos o tres minutos.

Rellenamos los vol-au-vent con la pasta de besamel y champiñones y los metemos en el horno a unos 180º de cinco a diez minutos sirviéndose calientes.

! Bon appétit !

20 enero 2010

A la hora de comer


A la hora de comer solía ir a un bar para tomar un pastel de carne y una cerveza, y de vuelta a la oficina siempre, absolutamente siempre, me premiaba con una chocolatina de Cadbury's Dairy Milk de dos peniques.
Cuando llegaba a mi destino me la había comido toda, pero nunca tiraba el papel de plata.

Mi año
Roald Dahl

(Pan y chocolate. Manuel Dominguez)

16 enero 2010

Olor a repostería


La Maheude y sus pequeños entraron entonces, helados, hambrientos, azorados, y temblando al verse en aquella sala donde se estaba tan caliente y con aquel olor a respostería.

Germinal
Émile Zola

(Haciendo empañanadas. Carmen Lomas Garza)

11 enero 2010

Desayuno


Después, con la cabeza mojada y oliendo a agua de colonia, se dirigía al comedor para desayunar. Sentado a la mesa, mientras tomaba el café, hojeaba el periódico; la doncella, Polia, y yo, le contemplábamos respetuosamente, en pie junto a la puerta. Dos personas adultas debían mirar con la mayor atención a una tercera que tomaba café con galletas; por ridículo y absurdo que parezca, yo no veía en ello nada humillante, pese a ser tan noble e instruido como el propio Orlov.

Relato de un desconocido
Anton Chéjov

(Desayuno. Leonardo Fernández)

09 enero 2010

Té bajo el árbol


Ahora, bajo el árbol, se reúnen las mujeres; también acuden los ancianos y los niños, curiosos por todo. Si disponen de madera, encienden fuego. Si hay agua y menta, preparan un té, espeso y cargado. Empiezan los momentos más agradables, los que más me gustan: se relatan los acontecimientos del día y se cuentan historias en que se mezclan lo real y lo imaginario, cosas alegres y las que despiertan terror.

Estampas eritreas. Ébano
Ryszard Kapuscinsky

(Manzano. Laura Vinader)


06 enero 2010

Uvas


Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas.

Paracelso

(Anthony Emmolo)

04 enero 2010

Chocolate profundo


Esta tarde, después del colegio, no había nadie en casa. He cogido un poco de chocolate con avellanas de la cocina y me he ido a comérmelo al salón. Estaba bien cómoda en el sofá y mordía el chocolate reflexionando sobre mi próxima idea profunda. Pensaba que se iba a tratar de una idea profunda. Pensaba que se iba a tratar de una idea profunda sobre el chocolate, o más bien sobre la forma en que uno lo muerde, con una pregunta central: ¿qué es lo bueno del chocolate? ¿La sustancia en sí o la técnica del diente que lo tritura?

La elegancia del erizo
Muriel Barbery

01 enero 2010

Año nuevo


Cuando las manillas marcaron las doce menos cinco, empecé a destapar lentamente una de ellas. No sé si había quedado entorpecido por el vodka o si la botella estaba demasiado mojada, lo único que recuerdo es que, cuando el tapón salió volando al techo como un tiro, la botella me resbaló de las manos y se fue al suelo. No llegó a derramarse más de un vaso, ya que tuve tiempo de agarrarla y de taparle la sibilante boca con un dedo.

Champagne. Relato de un granuja
Anton Chéjov

(Panel de champán. Mariapia & Marinella Angelini)