
Una docena de soldados, más o menos, acudió a echar una mano, y cada uno de ellos cogió un mantel, lo dobló y se lo llevó a toda velocidad. Después los camareros regresaron para tender unos manteles limpios, sobre los cuales colocaron uvas y pepinos, sandías y peras de Hebei; también había algo llamado café de Brasil, que tenía el color de las batatas y emanaba un extraño olor.
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Mo Yan
(El almuerzo de los remeros. Ana Pardo)