Como manzano entre los árboles del bosque, así es mi amado entre los jóvenes. Anhelo sentarme a su sombra, y su fruto me es dulce al paladar. Me ha llevado a la sala del banquete y su estandarte enarbolado es el amor. Fortalecedme con pasas, confortadme con manzanas, porque desfallezco de amor.
Luego de comer los sabrosos camarones, el viejo limpió prolijamente su placa dental y la guardó envuelta en el pañuelo. Acto seguido, despejó la mesa, arrojó los restos de comida por la ventana, abrió una botella de Frontera y se decidió por una de las novelas.
Yo, como los perros, utilizo el olfato para mi primer contacto íntimo con los libros. Procuro que sea en privado. Los abro hacia la mitad, como una breva en sazón, las yemas de los dedos bajo las cubiertas. Penetro entonces con la nariz hasta el fondo del ángulo y aspiro despacio mientras el papel acaricia mis mejillas.