¡El té! La primera vez que Anita lo probó le pareció una bebida horrenda y casi la escupió: "¡Sabe a ceniza!", exclamó. Era en París, en el piso del rajá, durante su aprendizaje de las cosas del mundo. Ahora sabe apreciarlo, con una nube de leche y un azucarillo, como una señorita de buena cuna. El té la tranquiliza, la reconforta y la ayuda a ordenar sus pensamientos.
Pasión india
Javier Moro
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