23 enero 2020

Un vino como nunca has bebido

La Futura dudó, pareció buscar la aprobación del enano, luego, de repente, se decidió:
-Bueno -dijo-, vas a cenar conmigo. Vas a comer muy bien, con un vino como nunca has bebido en tu vida y como nunca más beberás.

La Futura
Francoise Sagan

21 enero 2020

Una salchicha grasienta acaba con la vocación pictórica

De todas maneras, yo no llegué a ser pintor. Porque ocurrió lo siguiente: en la cuarta o en la quinta clase, más o menos, nos sugirió el profesor Marek que trajéramos de casa los modelos con los que montaríamos en la clase el bodegón propio. Mis compañeros de clase traían manzanas, naranjas, limones, floreros con rosas, diversas cajitas y candeleros.
Yo también traje conmigo objetos para hacer una naturaleza muerta muy proletaria, que armonizaba con el barrio obrero de Zizkov: una botella de cerveza, un vaso, una rebanada de pan y una salchicha envuelta en un papel grasiento. Monté el bodegón sobre la mesa de dibujo y esperé, con los demás, a que el profesor diera su visto bueno.
Cuando se me acercó, me miró y soltó con violencia:
-Por Dios, Seifert, quite esa salchicha. ¡No permitiré por nada del mundo que la pinte!
No tardé más que un par de segundos en comprender su preocupación. Y me quedé estupefacto.
Y en aquel momento memorable decidí que sería mejor escribir versos.

Toda la belleza del mundo
Jaroslav Seifert

16 enero 2020

Agua de menta

-Ya ves -dijo, apoyada en el decorado y bebiendo su agua teñida de menta-, ya ves, si no me ocupo más de ti no es porque no me gustes, incluso te amo, como se puede amar a mi edad, pero...

La diva
Francoise Sagan

09 enero 2020

Un buen café italiano

Luego se tomó un cafecito en el café del italiano, al que daba igual lo que le dijeras, siempre te respondía "Juventus", pero hacía buen café.

Otra vida por vivir
Theodor Kallifatides

06 enero 2020

Quesito de cabra y chianti

Ahora la mujer se quedaba con él todo el día. La vieja no subía. Las piernas de Miles mejoraban, comía quesitos de cabra muy perfumados. Luigia había colgado sobre su cama una botella de chianti que no tenía más que inclinar para recibir en la garganta un chorro de vino acre y de color rojo oscuro. El sol inundaba al granero.

El cielo de Italia
Francoise Sagan