14 febrero 2009

Soneto al amor


Al hombre que trajina la cocina

le debe servidora algún favor,

pues es más que sabido que el amor, ese dulce

pecado, es fruta fina.


Prepara mi señor una hornacina de

oscuro y delicado tenedor

y se cuecen las cosas al ardor

ardiente y seductor de la cecina.


Para mi paladar quiero tu pecho

y otras cosas, mi señor, que no te digo, pues

caerían los cielos desde el techo.


De la cocina al salón existe un trecho. Tú traes

dátiles, nueces, algún higo... ¡Deja la cena,

amor, y ven al lecho!


Soneto al amor que nos hace la cena
Silvia Ugidos

(Higo. Sarah Longlands)

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