Para comer nueces hay que poner debajo un mantel -dice Manuela, que saca de su vieja cesta una cajita de madera clara de cuya tapa se escapan volutas de papel de seda color carmín. A buen recaudo en su estuchito nos aguardan unas tejas con almendras. Preparo un café que no tomaremos pero cuyos efluvios ambas adoramos, y bebemos a sorbitos una taza de té verde para acompañar las tejas, que comemos a mordisquitos para saborearlas.
La elegancia del erizo
Muriel Barbery
(De café. Kim Blassen)
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