20 septiembre 2010

Una de croquetas


Aquél mediodía lluvioso y un tanto lejano en las imágenes reales, el Beduino aprendió con quiénes iba a jugarse el futuro próximo. Y en la calle, recuperada la unión de él con el Labordeta, mientras comían en el pequeño restaurantillo Casa Manolo, el mismo que durante los cuatro años siguientes visitaría con asiduidad para degustar las buenas croquetas del lugar, ambos al mismo tiempo se preguntaban por qué vericuetos tendrían que avanzar para no aparentar ser más ignorantes de lo que realmente eran en materia de política.

Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados
José Antonio Labordeta

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