05 octubre 2010

Diógenes


Diógenes no necesitaba de un cuarto ni de un alojamiento abrigado; allí sin eso ya hace calor. Te metes en una barrica y ya está, a comer naranjas y aceitunas. Pero si se le hubiera ocurrido vivir en Rusia, no ya en diciembre, sino en mayo, habría llamado a alguna puerta. Casi seguro que se hubiera congelado de frío.

El pabellón número 6
Anton Chéjov

(Saco de naranjas. Alas)

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