En mi pobre habitación del primer piso nada cerraba bien: ni la ventana, ni la puerta, ni el armario. En un entorno tan familiar desde hacía años, enseguida me sentí en casa. Para desayunar me sirvieron un riquísimo café turco con cardamomo, pita, queso de cabra, cebolla y aceitunas.
Viajes con Heródoto
Ryszard Kapuscinski
(Café turco. Auguste Macke)
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