Al despertar me he encontrado en un extraño estado, más febril que ansioso. He dejado el teléfono descolgado, he acometido la relectura de mi Rousseau y de mi Montesquieu. He leído 10 horas seguidas, interrumpiéndome apenas para comer dos huevos duros y una loncha de jamón.
La edad de la discreción.
Simone de Beauvoir
(Bodegón oval. Gabriel Alonso)
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