Müller dio media vuelta y se escabulló. Era superior a sus fuerzas. Le horrorizaba ver matar a los animales. Para no tener la tentación de comer carne un día de hambruna, había tomado la precaución, antes de abandonar Berlín, de hacerse arrancar todos los dientes.
La sed
Georges Simenon, 2004
No hay comentarios:
Publicar un comentario