No hay que ser cicatero, porque se corre el riesgo de tener un comensal con ingenio como el compositor Gioachino Rossini. En una ocasión fue invitado por una dama célebre por su tacañería y por servir raciones mínimas en sus cenas. Cuando se despedían, la insigne señora le sugirió su deseo de que volviera a cenar con ella lo más pronto posible, a lo que el compositor contestó con sorna: "Por mí, señora, ahora mismo, si no le importa."
(Ernst Ludwig Kirchner)
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