Las finas lonjas de ternera, regadas con el magnífico vino de Jose Musso, procedente de los montes cercanos, me llevaron otra vez al borde de las lágrimas. Y el gnocchi preparado con leche y mantequilla fue la gota de agua que colmó la medida. Incliné la cabeza sobre el plato, me tapé los ojos y lloré de alegría, enjugándome las lágrimas con la servilleta, gorjeando como si estuviera en el vientre de mi madre, tanta era la dulzura y el sosiego que me embargaba y llenaba mi boca de comida imperecedera.
La cofradía de la uva
John Fante
(Luis Meléndez)
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