Si queréis que os diga mi opinión, la cocina francesa da pena. Tanto genio, tantos medios, tantos recursos para un resultado tan pesado... ¡Todas esas salsas, esos rellenos, esos pasteles que te llenan hasta reventar! Es de un mal gusto... Y cuando no es pesada, es cursi a más no poder: te matan de hambre con tres rábanos estilizados y dos vieiras sobre gelatina de algas, servido todo ello en platos en plan zen de pacotilla por camareros con cara de enterradores.
La elegancia del erizo
Muriel Barbery
(Campo de rábanos. Elvira Bach)
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