¿Me sentía seguro? Sí. ¿Extraño? No. ¿Raro? Sí. Pero no habría sabido definir en qué consistía esa sensación de rareza. Ésta, sin embargo, se concretó ya a la mañana siguiente, cuando entró en la habitación un hombre descalzo con una tetera y unos bizcochos. Algo así me ocurría por primera vez en mi vida. Sin decir palabra depositó la bandeja sobre la mesilla de noche, hizo una reverencia y salío sin hacer el menor ruido.
Viajes con Heródoto
Ryszard Kapuscinski
( Thea Time. Henry Salem Hubble)
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