Me condujo hasta una gran habitación, en el primer piso, donde seis chicas mayores que yo estaban cenando. Sopa de col lombarda y judías. Rechacé el plato hondo que me ofreció una mujer desdentada y de labios leporinos, Fátima, que oficiaba a la vez de guardiana, confidente y niñera.
La cocinera de Himmler
Franz-Olivier Giesbert
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