Lentejas
Los presos escudriñaban a través de la mirilla y al descorrer el cerrojo, se habían abalanzado sobre el caldero. Las lentejas formaban una masa oscura que el cabo distribuía, con un cucharón, entre los cazos. Uno de la guardia había repartido los chuscos a razón de dos por cabeza y, mientras los demás comían ávidamente los suyos, dejó su cazo en el poyo y vino a mi encuentro.
La guardia
Juan Goytisolo
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