Pero ayer, mientras despachaba su filete empanado, comentó: "He comprobado que para un zurdo la Sten no es difícil de manejar". Lo imaginé en su despacho, después de irme yo, rodeado de primeras ediciones de Sterne y Conrad, corriendo el cerrojo de la metralleta que de pequeño había visto en el cine. Recordando al niño que fue y que en el fondo, por suerte para él y sus lectores, y sobre todo para sus amigos, nunca dejó de ser del todo.
Armando a Javier Marías
Arturo Pérez Reverte
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