Olor a pescaíto frito
Se acercaba la hora de cenar y el aire olía a pescado frito. En un bar bebimos un chato de manzanilla y en otro un porroncete de blanco. Finalmente, dimos con una tasca de aficionados al cante y Claudia pidió unos callos a la madrileña y yo, una docena de sardinas asadas.
La ronda
Juan Goytisolo
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