La muerte es el hueso de la vida y, por
tanto, su semilla. Consumimos la vida, como el melocotón, en
dirección al hueso, y al tropezar con él, la lengua intenta todavía
extraer las hebras de la fruta, atrapadas en las ranuras del ataúd
que protege del diente a la semilla. Viajamos en dirección al origen
para morir en el momento de alcanzarlo.
Lo real
Juan José Millás
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