Tuvo que luchar como en sus mejores tiempos de karateka para conseguir un lugar en la barra de La Estrella de Plata y pedir un repertorio de un corazón de alcachofa con un huevo de codorniz y caviar o un buñuelo de flor de calabacín relleno de foie-gras homologado. Si bien cuatro canapés exquisitos le habían abierto el apetito, al mismo tiempo le impedían seguir agrediendo su mezquina economía planteándose siquiera una comida modesta.
El hombre de mi vida
Manuel Vázquez Montalbán
(La hora del almuerzo. Gabriela Genovés)
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