01 junio 2011

De Madrid, al...


Aparte de esto -y del Museo del Prado y algunas otras concentraciones de obras de arte-, confieso que de Madrid apenas me interesa nada. Es una ciudad donde se come pésimamente. El restaurante Lhardy ha perdido mucho. Hoy, excepto el Nuevo Club -inasequible para las personas con mi presupuesto-, que ofrece una cocina francesa de un indudable nivel, la cocina más común de esta importante ciudad es de una monótona vulgaridad. Los garbanzos no me han gustado nunca. Los huevos fritos y el bistec con patatas, menos aún. Los vinos nacionales son de una pretensión grotesca, son demasiado fuertes y todos son pastosos.

Madrid. El advenimiento de la República
Josep Pla. 1933

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