El 30 de marzo soltaron en el río Apure la embarcación que habían comprado en San Fernando, cargada con provisiones para cuatro semanas, no era suficiente para toda la expedición, pero era lo que podrían meter. A los monjes capuchinos les compraron plátanos, tubérculos de mandioca, pollos y cacao, además de las frutas del tamarindo, unas vainas que, según les dijeron, convertían el agua del río en una refrescante limonada.
La invención de la naturaleza
Andrea Wulf
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