Presos de canas prematuras paralizados por el toc toc de las pisadas nocturnas del carcelero y que aún podían responder con desfallecimiento a la explosión de su nombre en la puerta de la celda abarrotada. Madres, abuelas, hijas, hermanas viajando con el paquetito de comida que la mayoría de las veces al preso no le daba tiempo de consumir.
La higuera
Ramiro Pinilla
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