Sin embargo, para doña Itzel, esta unión, más que un logro, representaba un peligro. Y la prueba estaba en que sus nietos, a excepción de Júbilo, no hablaban maya, y gustaban de tomar el chocolate con leche en vez de con agua. A cualquiera le haría mucha gracia escuchar la acalorada discusión que sostenían estas mujeres en la cocina, pero no a Júbilo pues a él le tocaba traducir.
Tan veloz como el deseo
Laura Esquivel
(Bodegón con servicio de chocolate. Luis Egidio Meléndez)
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