Imponiendo una excesiva rigidez a la mente, Ilaria había suprimido en su interior la voz del corazón. De tanto discutir con ella, yo incluso tenía miedo de pronunciar esa palabra. En cierta ocasión, cuando era una adolescente, le dije "el corazón es el centro del espíritu". A la mañana siguiente encontré sobre la mesa de la cocina el diccionario abierto en la palabra espíritu; con lápiz rojo había subrayado la acepción: "líquido incoloro apto para conservar frutas".
Donde el corazón te lleve
Susanna Tamaro
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