Póngame unas patatas fritas para la niña y unas aceitunas... no, rellenas no, hizo una pausa antes de sentenciarme, mejor de Camporreal, a ti te gustaban mucho, ¿no, Ana?, y ya no pude contestar, me limité a mover la cabeza de arriba abajo, claro que me gustaban quise responder, y todavía, me encantan, aceitunas de Camporreal, mis favoritas, que no son verdes, como las sevillanas, ni negras del todo, como esas tan gordas, de lata, pero tienen un punto único, una nota amarga en la dulzura de las hierbas maceradas, sacrificadas en beneficio de la oscuridad brillante de unos frutos capaces de doler en la memoria, la clave del enigma, aceitunas de Camporreal, la cifra de la pérdida, aceitunas de Camporreal, un nombre de la ausencia, y las que más me gustan...
Atlas de geografía humana
Almudena Grandes
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