A Jèróme le latía fuertemente el corazón y casi tenía ganas de vomitar. Se sentó en el suelo, volvió a echar a andar. Después se detuvo para comer algo, pan y jamón que sacó de su morral de caza, y el rebeco le esperó, por lo menos así lo creyó.
Ojos de seda
Francoise Sagan
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