Ahora, en cambio, no decía hmm, sino que preparaba con esmero exquisito su desayuno, que no es sencillo como el mío: dos rebanadas de pan que yo mismo horneo cada sábado, una con un poco de caviar barato y la otra con queso y mermelada de ciruela y mora, hecha también por mí durante los veranos en la isla. A mí me gustaba desayunar con la edición matutina del periódico desplegada frente a mí como si fuera un mapa, para ir preparando mis actividades del día. Disfrutaba de aquellas mañanas en soledad, y mi mujer también las disfrutaba.
Ahora estamos los dos al miso tiempo en la cocina.
Otra vida por vivir
Theodor Kallifatides
No hay comentarios:
Publicar un comentario