Puedes marcharte satisfecho.
Conociste mis lágrimas,
¿qué más da?
Fui el niño
que tocaba una dulzaina
y no pudo librarse del incendio.
Y fui también l madre.
Y el viejo que dormía
cuando estalló la bomba.
Y el piloto.
Y la mujer sin tiempo para el beso
y el hombre que corría
blasfemando.
Todo eso me lo has dado en una tarde,
a sorbos
como el té.
...
(Jueves. Claribel Alegría)
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