Me resulta imposible celebrar la vida ante un plato preparado de canelones bajos en calorías, acompañado de una ensalada de cuarta gama, un lácteo bio y una copa de agua mineral Perrier. Tampoco sé elegir entre las ascesis clásica y postmoderna, aunque me gusta más la primera. Por el contrario, disfruto cuando tengo los sentidos literalmente desbordados y las conversaciones con los seres queridos crean una arquitectura -literalmente un espacio y un tiempo- indescriptible mientras comemos.
Filosofía, comida y cuerpo
Eduardo Rubio Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario