Necesitaba carne y había salido a cazar un joven venado. Mientras seguía su rastro le pareció oír el rasgueo de las cuerdas de su koto. Después de saetear al animal, cuando ya regresaba con su presa para el asado del almuerzo, escuchó con claridad el tañido del instrumento, cómo alguien jugueteaba con él tocando una bellísima melodía.
El viaje de Tanaka
David Cantero
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