Primero colocó una sartén profunda, horrorosamente grasienta y ennegrecida, en un trípode dispuesto sobre las llamas, y en ella vertió lo que calculé serían como dos tacitas de aceite de oliva. A continuación con su navaja de bolsillo cortó a tajos un par de cebollas, sin esmerarse mucho en pelarlas, y, mientras burbujeaban alegremente en el aceite, partió en pedazos una cabeza de ajo entera y lo echó todo en la sartén.
-¿No pela usted los dientes de ajo? -le pregunté.
-¡Dios, no! Si no los pelas no se queman, y conservan mejor el sabor. También es menos trabajo.
Después de esto cogió un cubo en el que nadaban higiénicamene unas patatas que había pelado antes y, en cuclillas delante del fuego y con el cuerpo totalmente bañado en sudor, las partió toscamente en forma de gruesas patatas fritas de gran tamaño y las echó directamente al aceite chisporroteante. Cuando la sartén empezaba a desbordarse, revolvió las patatas con un palo y añadió más leña al fuego para que subiera la llama. En un cesto colgado de un palo había pimientos verdes y rojos y, cogiendo cinco o seis de los pequeños, los echó también enteros.
Entre limones
Chris Stewart
(Comidinha da Vovó. Osvandil Silveira Quimas)
1 comentario:
Te agradezco por publicar mi arte. Tenga Luz y Paz siempre.
S. Quimas
Artista, designer y escritor
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