30 julio 2008

Arroz en cuenco de piel


Comencé a comer desesperadamente de aquellas manos de una blancura insólita. Cada cuando lamía un grano de arroz al tiempo que un trozo de piel aromatizada. El simple contacto con una piel que era como el propio jade me hacía pensar que yo seguía siendo un hombre libre y que no todo estaba perdido.


El secreto de la porcelana
Emilio Calderón

(Campo de arroz en la provincia de Oki. Utagawa Hiroshige)

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