13 noviembre 2011

Hospitalidad


Pero en la práctica, la puerta de esa casa podía considerarse abierta, como están abiertas las puertas en los pueblos de la tierra caliente. Todo el que llamaba tenía derecho a entrar y buscarse un sitio entre los árboles del jardín, una silla en la sala junto al piano o un lugar en el comedor frente a la sopa de arroz.

Mal de amores
Ángeles Mastretta

(Bodegón con libro y tenedor. Pablo Salinas)

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