Todos devoran. El chino que no comía se pone a devorar él también. Ha pedido él también gambas a la plancha y las devora. Por lo cual los demás piden más gambas a la plancha y las devoran igual. Al final nadie hace esfuerzo alguno por hablar. Miran con pasión cómo se hace el servicio, eso les interesa. Esperan todo el tiempo "lo que viene después". Con la ayuda del alcohol de arroz están contentos.
El amante de la China del norte
Marguerite Duras
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