Y además me repito, pensaba con alarma, me estoy volviendo esclerótico, a quién le he dicho hace muy poco esas mismas palabras: se las había dicho a Susana Grey, recordó enseguida, el sábado anterior, mientras compartían el vino tinto, el pescado al horno y la salsa sutil que lo acompañaba, en una mesa con mantel y servilletas de hilo en la que solo faltaba otro cubierto y otro plato delante de una silla vacía para declarar aún más abiertamente la sombra o la evidencia de quien no estaba allí.
Plenilunio
Antonio Muñoz Molina
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