CABALLAS

-¿Podría comer algo? Estoy muerto de hambre -rogó.

-A los nuevos clientes yo mismo les selecciono lo mejor que tengo en la cocina -explicó Nagare.

Se puso el gorro y se dio la vuelta. Kuboyama iba a dar un sorbito a su té, pero de pronto levantó la cabeza y le gritó.

-¡Nada de caballa, ¿eh?!

-Descuida -repuso el otro volviéndose-, pasamos muchos años juntos como para olvidarme de algo así.

Los misterios de la taberna Kamogawa

Hisashi Kashiwai