Una docena de soldados, más o menos, acudió a echar una mano, y cada uno de ellos cogió un mantel, lo dobló y se lo llevó a toda velocidad. Después los camareros regresaron para tender unos manteles limpios, sobre los cuales colocaron uvas y pepinos, sandías y peras de Hebei; también había algo llamado café de Brasil, que tenía el color de las batatas y emanaba un extraño olor.
Grandes pechos amplias caderas
Mo Yan
(El almuerzo de los remeros. Ana Pardo)
3 comentarios:
Se hace apetecible una merienda así!
Evocador texto y sugerente plan: una merienda al aire libre, precisamente ahora que primaveramos y que va siendo hora de cenar.
¿Invitas?
Pues gracias.
Gracias por tus palabras y por tu visita.
Curiosa mezcla la que me encuentro en este blog, que veo que compartes con más gente, de pensamientos y sentimientos rodeados de frutas, verduras, legumbres y todo tipo de viandas.
Un saludo desde el Mundo de los Sueños
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