Montaron el campamento como dijo Oboshi. Sujetaron el doble techo de la tienda de campaña con un montón de pesadas piedras y rezaron porque no soplara el viento. Encendieron un buen fuego. Cenaron unas tiras de atún, tomates secos y arroz con almendras. Echaron en el té un chorrito de shochu, un aguardiente que les devolvió el alma al cuerpo.
El viaje de Tanaka
David Cantero
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