Harry bebía su segunda Coca-Cola cuando Birgitta apareció; eran las nueve y media. Llevaba un vestido de algodón blanco sencillo y el cabello rojo recogido en una impresionante coleta.
-Empezaba a temer que no vinieras -dijo Harry.
Lo dijo en tono de broma, pero iba en serio. Había comenzado a temerlo desde el momento en que quedaron en verse.
-¿De verdad? -preguntó ella en sueco.
Le dirigió una mirada traviesa a Harry, quien se dijo que esa noche iba a pasárselo en grande.
Pidieron cerdo al curry verde, pollo con anacardos al wok, un Chardonnay australiano y Perrier.
El murciélago
Jo Nesbo
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