-Mira, Rosa, en primer lugar quiero advertirte una cosa... -al final, me había decidido por el Mesón de Antoñita porque, por encima del recuerdo de ciertas conversaciones de amarga memoria, había recuperado de golpe, y muy felizmente, mi antigua debilidad por las judías con perdiz de los jueves, pero Natalia, que se dedicaba a remover el contenido de su plato con la cuchara, sin acabar de atreverse a empezar por alguna parte, no parecía tener demasiado apetito-.
Atlas de geografía humana
Almudena Grandes
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