En caso de un apuro económico, ahí estaba mi papá. Siempre sonriente, siempre atento, siempre dispuesto a ayudar, ya fuera a llevar a mis hijos a la escuela, a pelar nueces para los chiles en nogada, o a acompañarme al mercado de pulgas de La Lagunilla, a lo que fuera, mi papá desde que abría los ojos hasta que los cerraba, estaba dispuesto a servir a los demás.
Tan veloz como el deseo
Laura Esquivel
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