Por el camino fue pensando si invertiría todo su capital o solo parte de él. Y el recuerdo de los merengues -blancos, puros, vaporosos- lo decidieron por el gasto total. ¿Cuánto tiempo hacía que los observaba por la vidriera hasta sentir una salivación amarga en la garganta? Hacía ya varios meses que concurría a la pastelería de la esquina y solo se contentaba con mirar.
Los merengues
Julio Ramón Ribeyro
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