Fuera, sobre la cubierta, había que limpiar los huesos fósiles y pescar medusas. Por las noches, Darwin cenaba con FitzRoy, pero de vez en cuando le invitaban a unirse al resto de la tripulación en la bulliciosa cantina, cosa que siempre le divertía. Como el barco subía y bajaba por la costa haciendo las mediciones, siempre había pescado fresco. Comían atún, tortuga y tiburón, además de empanadillas de avestruz y armadillo, que según escribió Darwin, sin su coraza, parecían y sabían igual que un pato.
La invención de la naturaleza
Andrea Wulf
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