Cuando terminó, se sentó una silla, exactamente detrás de mí. Lo sé porque mientras ponía mis cinco sentidos en freír unos huevos perfectos, con la yema esponjosa, ni cruda ni pasada, y la clara bien cuajada, con un adorno de puntillas tostadas en los bordes, dijo algo que me obligó a volverme.
-Me gustas mucho, Ana.
Atlas de geografía humana
Almudena Grandes
No hay comentarios:
Publicar un comentario