Llegan las consumiciones. Reina el silencio general. Nadie le presta atención ni ellos ni la niña. Es así.
Hay de repente, por el contrario, como un gusto por la vida, por jugar a eso: vivir.
El hermano mayor pide un segundo Martel Perrier. La madre no toca el suyo, se lo da a su hijo mayor. Nadie se extraña de esa maniobra materna.
Pedido general de los platos. Pato lacado. Sopas chinas de aleta de tiburón, crêpes de pasta de gambas.
El amante de la China del norte
Marguerite Duras
No hay comentarios:
Publicar un comentario